El lujo de hoy no es lo que era hace algunos años, los productos premium actualmente están “democratizados” y los clientes buscan algo mucho más auténtico. Con la apertura de mercado, los consumidores buscan el disfrute, la experiencia y las emociones por delante de la ostentación y la opulencia.
El proporcionar una buena experiencia al cliente es uno de los objetivos de cualquier firma exclusiva, al final busca que éste conozca y aumente su lealtad con la misma. Los mejores restaurantes, las tiendas más lujosas van más allá de un buen trato, con la rapidez que se vive hoy en día el objetivo final es facilitarle la vida al cliente, eliminando pasos innecesarios o utilizando lenguajes que puedan entender.
Un ejemplo claro de esto es la firma Hermès, la cual ofrece toda una experiencia personal a cada uno de sus clientes, desde las noticias que envía por semana a todos sus suscriptores hasta las invitaciones escritas a mano para ese grupo selecto de invitados a sus desfiles y lanzamientos; está por demás decir que la exclusividad se reproduce en cada una de sus filiales alrededor del mundo y trata de ser un concepto y una filosofía.
Como ves estos cambios obligan a las marcas de prestigio a tratar de entender y dar respuesta a un consumidor cada vez más sofisticado y exigente que, ante tanto lujo, reacciona mejor a un deseo de auténtica exclusividad.
Se ha producido un cambio importante en torno al concepto de lujo y por tanto un cambio en los valores que comunica cada firma, las sensaciones que emite y en la proyección de prestigio; las campañas de BMW, por ejemplo, enfocan su mensaje en disfrutar del lujo sin importar lo que piensan los demás.
Es por el deseo de experiencia que los productos y servicios apelan a las emociones, por ejemplo, los viajes con destinos exóticos donde mayordomos, camareros y asistentes reciben a los huéspedes con todo preparado y ajustado a las necesidades de cada cliente. Igualmente los productos ahora son concebidos para apelar a más de un sentido, como las gastroboutiques de Pierre Hermé en París, Francia o el Studio Architeken’s Teigwaren en Berlín, Alemania.
Definitivamente el énfasis ya no se pone en el precio, sino en el el valor de las cosas y en la forma inteligente de consumirlas; las personas buscan darse un obsequio, un homenaje como ellos lo merecen.
de acuerdo!
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